Pamela Troya

Yo he hecho una reivindicación de mi condición de mujer y lesbiana dentro del activismo LGBTI, poniendo en evidencia que también tenemos voces de mujeres fuertes”.

Licenciada en Comunicación Organizacional, activista, lesbiana y feminista ecuatoriana. Ha luchado por los derechos de la comunidad LGBTI y por los derechos humanos de otros sectores sociales vulnerados. Gracias a su esfuerzo incansable, junto al de otr*s activistas, logró que la Corte Constitucional del Ecuador aprobara el matrimonio para las personas del mismo sexo, el 12 de junio de 2019.

Hay cerca de 1300 cuentas bloqueadas desde las que me han atacado por mi identidad como lesbiana y como mujer. Como lesbiana –por toda la lucha visible por el matrimonio civil igualitario– he recibido ataques con términos como aberrante, pecadora, asquerosa, machona, tortillera. Y luego está mi físico y los ataques que he recibido por ello: gorda, asquerosa, cerda. Incluso, me han enviado al infierno diciéndome que soy hija ilegítima de satanás. Como mujer, ha habido ataques en los que han dicho que nadie me tocaría ni me violaría, como si el hecho de que seas “violable” fuese un halago.

Siento que más que micromachismos yo he tenido que desafiar a un macromachismo: mi enfrentamiento contra el Estado ecuatoriano que, de manera sistemática, vulneró nuestro derecho al matrimonio igualitario. Esa ha sido una de mis luchas. Cuando empecé, hubo críticas de ciertas voces feministas que sostienen que es reclamar por instancias heteronormativas, caducas, que han discriminado a la mujer durante siglos. Pero nuestra lucha jamás fue la reivindicación de una institución, sino el acceso igualitario y no discriminatorio a un derecho y evidentemente a una institución que ya existe. Mi lucha, nuestra lucha, ha sido por igualdad, justicia, derechos, por el reconocimiento de nuestras familias y por la dignidad.

Yo he hecho una reivindicación de mi condición de mujer y lesbiana dentro del activismo LGBTI, poniendo en evidencia que también tenemos voces de mujeres fuertes. Hemos generado un activismo de impacto, como el conseguir logros históricos. Yo vivo ese feminismo desde la igualdad para que no existan relaciones de poder asimétricas entre hombres y mujeres. Para mí el feminismo y activismo LGBTI son luchas hermanas que no pueden verse separadas. Los activismos deben juntarse y apoyarse, sobre todo ahora, cuando la violencia contra las mujeres está siendo usada para afectar nuestra dignidad, nuestros cuerpos y derechos.

La violencia va en aumento. Incluso las redes sociales –que son un termómetro de la realidad– están siendo usadas para afectar nuestra dignidad, nuestros cuerpos y derechos. Desde cuentas, sobre todo de hombres, nos atacan en los peores términos por ser mujeres y por apoyar los derechos. Frente a la violencia, lamentablemente no hay políticas públicas claras en el gobierno. Creo que la educación es fundamental: inculcar educación sexual integral para prevenir los embarazos adolescentes, acoso y abuso sexual. En lo que respecta a la justicia, es necesario que se generen investigaciones y sentencias en casos de feminicidios, que haya más operadores de justicia con enfoque de género. En definitiva, considero que tenemos que activarnos más, mucho más, para que finalmente se genere un cambio real.