Johanna Almeida
Las mujeres debemos denunciar, hacer pública la violencia. Debemos hablar abiertamente del tema, en casa y fuera de ella. No tener miedo a decir las cosas como son”.
Soprano quiteña. Comenzó sus estudios superiores de canto en la Escuela Moderna de Música en Santiago de Chile. Más tarde se especializó en la Hochschule für Musik und Theatre en Hamburgo, Alemania. Se especializó en el repertorio de cámara y ópera alemán.
A mí me ha costado ganar mi espacio. Desde que estás estudiando en el conservatorio sientes desventaja y el estigma de la debilidad femenina en cualquier instrumento que decidas tocar. Se piensa que la voz es un instrumento débil que no necesita trabajo, pero no es así, debes incluso demostrarte a ti misma que el resto de personas están erradas y esto se convierte en una lucha. Y la única manera de imponer un lugar es estudiando con seriedad.
Históricamente la mujer no ha podido desarrollar su talento en la composición y dirección musical porque ha existido un menosprecio convertido en subestimación: la mujer es débil y, por lo tanto, no tiene el coraje para dirigir una orquesta. Sin embargo, actualmente hay mujeres directoras y compositoras con un verdadero talento y fuerza de carácter suficientes para poder ganar un nombre dentro de la escena artística.
En el ámbito musical, en muchos casos, sí hay un abuso de poder masculino: es un secreto a voces esto de que existan directores que quieran obtener mayor ventaja relacionándose con cantantes personalmente para que ellas puedan escalar profesionalmente. Esa ha sido una de las razones por las que he preferido hacer mi vida profesional artística de modo independiente.
Personalmente tuve que enfrentarme a una situación de abuso de poder, y al enfrentarme a esta persona en particular, se me cerraron algunas puertas, y no me arrepiento de esto. Porque gracias a esta decisión vivo en paz. Me he sentido vulnerable, débil, sin saber qué hacer. Pero he aprendido gracias a esto a distinguir qué debo soportar y qué no.
Cuando he buscado ayuda legal, me he enfrentado a un sistema lento y engorroso. Pero no ha sido un obstáculo para alzar la voz y exigir mis derechos como ser humano. Las mujeres debemos denunciar, hacer pública la violencia. Debemos hablar abiertamente del tema, en casa y fuera de ella. No tener miedo a decir las cosas como son.
Yo vivo el feminismo con el ejemplo, empezando en casa, como mamá. Creo conceptos diarios de fuerza, de valentía, de seguridad, para que mi hija sea una mujer auténtica, que sepa respetar y pida respeto a los demás. Y también vivo el feminismo desde la docencia. Con mis estudiantes y colegas, cuando hay alguna frase o comentario machista, defiendo siempre las causas de las mujeres. Pongo mi voz hasta donde tengo que ponerla.