Lu Miranda (María Luisa Criollo)

Es preocupante la violencia contra la mujer, que va desde lo micro, lo diario, hasta la misma muerte de una mujer; que va desde lo cotidiano, como ganar menos en el trabajo por ser mujer, hasta que te mutilen para que no sientas placer”.

Cantautora. Después de estudiar durante nueve años piano clásico y de graduarse como técnica en piano, decidió mudarse a Nueva York, donde continuaría sus estudios musicales y empezaría su carrera como cantante. En abril de 2016 recibió una condecoración otorgada por la Confederación Nacional de Periodistas del Ecuador en Nueva York, reconociendo su labor como comunicadora social y vocera de la comunidad. Actualmente cuenta con 6 sencillos de estudio grabados en Los Ángeles (Estados Unidos), disponibles en distintas plataformas digitales. En el 2020 se prepara el lanzamiento de un nuevo sencillo.

A mí me encorseta mucho lo de las etiquetas. Profesionalmente fui a un conservatorio, y estudié piano de manera formal antes de estudiar canto. Pero nunca me ven como pianista primero. Hay entonces ese prejuicio de que una es cantante por sinónimo de ser mujer. Esa etiqueta me ha hecho ruido y me ha causado malestar.

Lo mismo pasa con las etiquetas que trae el amor romántico: ese príncipe de Disney que viene a salvar a la princesa, estos rasgos de salvación, de cuidado, de la debilidad que le atribuyes al nosotras, a las mujeres. La etiqueta de darle la función al hombre y la responsabilidad de salvar a la mujer. Creo que se puede reconceptualizar esto para un bien común. Porque los hombres no tienen la obligación ni responsabilidad de salvarnos.

La diferenciación de roles está en todo lado. Las jerarquías existen, por ejemplo, a nivel de productores. Siempre hay más productores hombres que mujeres. Es lo que más se ve en los top charts (premios Grammy y similares). Recién ahora que he notado que se evidencian más equipos femeninos al mando de canciones que son hits, pero la jerarquía existe y es algo que yo intento siempre evidenciar o por lo menos conversarlo. Me cuestiono constantemente esta inequidad, me cuestiono al máximo cuando converso con otros colegas músicos, cuando veo que toda la banda es de hombres, y de repente dices por qué no invitar a una guitarrista mujer. Pero este tema, dentro del campo musical, debe ser reflexionado no solo por sus protagonistas, sino por la audiencia también. Es necesaria una plataforma en la que se debata la violencia que existe en la industria musical. Por ahora mi parte es evidenciarlo cuando lo puedo conversar, cuando estoy con amigos varones, colegas hombres; es importante sacar el tema y gestionarlo para que la sociedad se dé cuenta.

En este quehacer, me considero una feminista aprendiz, porque ignoro, sobre todo, algunos hechos históricos, pero intento informarme. Lo que sí puedo decir es que, en el acto, cuando veo un micromachismo o discriminación, sí me tomo la molestia de evidenciarlo. Es preocupante la violencia contra la mujer, que va desde lo micro, lo diario, lo mínimo, hasta la misma muerte de una mujer; que va desde lo cotidiano, como ganar menos en el trabajo por ser mujer, hasta que te mutilen para que no sientas placer. Para mí la violencia contra la mujer es el hecho de estar en desventaja por el hecho de ser mujer. ¿Y qué puedo hacer al respecto? Aprender mucho, evidenciarlo. Siento que tengo que conocer mucho más para aprender o desaprender, porque nacemos con un chip social, una memoria colectiva. Como educadora, pedagoga musical, trato de buscar ejemplos en los que haya obras escritas por mujeres, que el foco no se quede solo en el hombre. Pero va más allá, porque yo soy solo una persona. La eliminación de la violencia tiene que ser una política de Estado, debe llegar a los altos mandos. Solo así habrá cambios reales.