Gabriela Cadena

La cocina profesional se ha vuelto un tema de hombres. Las cocinas están lideradas por hombres. Creo que soy la única mujer chef ejecutiva, al menos en el Ecuador”.

Chef, encontró su inspiración y vocación a temprana edad, influenciada por su abuela y su madre. Desarrolló su profesión en la Universidad Tecnológica Equinoccial, en la facultad de Gastronomía. Con 20 años de experiencia como chef en hoteles y cocinas, sus amplios conocimientos la han llevado a obtener diferentes galardones y el reconocimiento de sus colegas por la alta calidad de su trabajo.

Todos los seres humanos tenemos la necesidad de alimentarnos y de buscar la manera de sobrevivir. Por eso en los congresos y charlas que he dado he intentado transmitir que lo ideal es que tod*s sepamos cocinar, porque es una parte importante de la supervivencia. Lamentablemente, a lo largo de la historia, la cocina doméstica se ha enfocado en las mujeres porque se consideraba que las mujeres eran las amas de casa y las que realizaban estas actividades. Es distinto con la cocina profesional. Esta se ha vuelto un tema de hombres. Las cocinas están lideradas por hombres. Creo que soy la única mujer chef ejecutiva, al menos en el Ecuador, porque justamente hay algunas cosas que se tienen que superar. Debes creer en ti y saber hasta dónde puedes llegar, qué tan lejos quieres ir. En mi vida fue fundamental el empuje de mi madre y de mi abuela, quienes me decían que tengo que buscar la forma de prepararme.

Aunque es un mundo de hombres, los micromachismos a veces son impulsados por las mismas mujeres, porque dicen “no tengo fuerza para hacer esto”, “ayúdame, necesito de ti”, “yo espero que me lidere un chef hombre, no una mujer, porque los hombres tienen mayor fuerza en las órdenes e incluso, mayor criterio”. Antes, en la cocina yo era mucho más dura. Cuando inicié, las personas que dirigían las cocinas trabajaban en la construcción, eran proveedores que no tenían mayor educación. Ese tema de fuerza, aguante y soporte te permite llegar muy lejos.

Conocí a un chef de un hotel muy reconocido de Quito que se preguntaba qué hacíamos en la cocina las mujeres, cuando solo servimos para abrir las piernas. Hasta ahora, en el medio de la cocina profesional, las mujeres somos puestas a un lado. Debemos entonces demostrar que sí se puede. Es difícil, porque tienes que cubrir muchos frentes. Pero es posible. Debes saber de tu propia capacidad y no dejar que esos comentarios sexistas y machistas reduzcan tu fortaleza.

Tengo tres hijos varones y les he enseñado que todas las mujeres estamos en la capacidad de lograr cualquier trabajo, porque los trabajos son para personas. Entonces, desde esa enseñanza, aplico el feminismo. En casa, es importante saber que estamos en igualdad de condiciones, que es un trabajo en equipo, que nos respetamos como personas. Mis hijos saben que cocinar o lavar la ropa no es solo de mamá. Nada tiene género en casa.

En la vida profesional es un poco más difícil, porque en mi cocina apenas el 20 % son mujeres, pero no porque falten oportunidades, sino porque no todas quieren trabajar en esto: es muy duro y exige mucho sacrificio y lucha. El esfuerzo en la cocina exige demasiado conocimiento teórico, demasiado tiempo y mucho físico. Además, está la presencia de la violencia psicológica: hay envidias mal sanas, comentarios sexistas, piensan que tú, como mujer, hiciste algún favor de tipo sexual para poder llegar hasta la cúspide. Y en el tema económico, sí, se nos paga incluso menos. Y es difícil negociar: “no, pues, es que es mujer”.  Sin embargo, el esfuerzo de una mujer en la gastronomía es superior al esfuerzo de un hombre, porque tenemos que ser madres, estar con nuestr*s hij*s.

La discriminación existe, los malos tratos se mantienen, los comentarios negativos y horribles que parten de los hombres, aunque también de las mujeres. Pero esto puede cambiarse demostrando tu propio trabajo, teniendo don de gente. Lo importante de estar en la cúspide no es el llegar, sino el camino que tú dejas para que la gente siga transitando por ese camino y en muchos de los casos sea mejor que tú. Lo importante en definitiva es que las personas que caminen, las mujeres, en este caso, lleguen de una manera menos complicada, con menos trabas y menos maltratos a esa misma cúspide.