Pamela Pazmiño

Mi trabajo combate el tema de la violencia contra las mujeres a través de la discusión y de la socialización de las problemáticas”.

Licenciada en artes plásticas y artista independiente. Entre otros estudios, tiene un máster en Investigación en Prácticas Artísticas y Visuales (Universidad de Castilla La Mancha, España). Obtuvo el primer lugar en el Salón de Arte Contemporáneo: Mariano Aguilera, el segundo lugar en la Bienal de Grabado: Jóvenes Imágenes en Cuba y fue finalista en el Concurso de Arte: Premio Laguna en Venecia.

Lo femenino es algo que siempre me he cuestionado, y es complejo definir aquello que podemos llamar como femenino. Es un tema que se discute ampliamente, sobre todo, las obras de arte que giran en torno a temáticas de la mujer y que están producidas por mujeres. Revisando algunos trabajos y referencias en cuanto a mi trabajo artístico, podría decir que abordo problemáticas y cuestiones alrededor de lo femenino.

Creo que, mirando de una forma historiográfica, lo que más ha abundado en la historia del arte ha sido la voz masculina. El arte ha estado dominado por voces y miradas masculinas. Es muy reciente que la mujer ha asumido el rol de mujer artista, en un sentido profesional, de ejercer una profesión. En la actualidad hay cosas interesantes de las voces masculinas que podríamos poner en valor, las nuevas masculinidades, por ejemplo. Artistas hombres cuestionando el rol de la masculinidad en la sociedad, y en el mismo arte, de la concepción de la masculinidad en el arte. Yo pensaría que no se trata de un tema dicotómico, de aislar ambas voces, de ponerlas en opuestos o contrastarlas, peor aún complementarlas, pero sí de pensar que existen diferentes visiones porque existen diferentes realidades históricas entre hombres y mujeres en el contexto del arte.

Durante mucho tiempo la academia concentró su profesionalización en las bellas artes, el arte por el arte, dejando de lado el mundo. Y esto me parece interesante: cómo el acto de ver el mundo puede potencializar el trabajo que haces a través del arte. Mi visión es feminista. Ha sido algo que ha ido creciendo en mí, ha ido evolucionando junto conmigo. No es algo que tuve presente de manera consciente toda la vida, sin embargo, cuando empecé a estudiar artes, empecé ver el mundo de otra manera y encontré, justamente en el feminismo, desde lo vivencial y desde postulados teóricos, argumentos, sustentos para poder entender esos cuestionamientos que empezaba a hacerme. Ha sido interesante ver cómo el feminismo, los movimientos feministas y su relación con el arte han fortalecido la producción intelectual alrededor de las problemáticas de género.

Lo personal es político, lo que nos hace pensar que aquellas situaciones vivenciales del día a día son temas políticos, que se deben pensar, teorizar y resolver. Los postulados feministas van a eso: llevar lo privado, lo íntimo, lo vivencial hacia espacios públicos, espacios de discusión, de reflexión.

Desde mi propia trinchera, que es la producción intelectual y la creación artística, mi trabajo combate el tema de la violencia contra las mujeres a través de la discusión y de la socialización de las problemáticas. Siendo profesora universitaria, por ejemplo, desde la docencia, es importante señalar estas problemáticas, tenerlas en cuenta, hacer conciencia sobre ellas. Esa es mi trinchera. Sin embargo, la violencia es un tema complejo. La podemos ver inclusive dentro de nuestros propios hogares, y muchos hemos crecido naturalizando la violencia hacia las mujeres, por ejemplo, la psicológica. Esto no tiene ninguna diferenciación de estrato social y económico. Es complejo. Y la problemática se extiende a temas más contemporáneos: pensar que no se ha podido aprobar una ley de aborto por violación, deja mucho que decir.

¿Qué hacer? Seguir luchando. No queda más. Es lo que hemos visto. Las mujeres lo han demostrado en las calles. Salir, hacer activismo, poner presencia, manifestarse. Creo que ha sido importante y ha trascendido, y vamos por un buen camino.